CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

jueves, 11 de mayo de 2017

LA VIRTUD DE CAMINAR - Reflexión sobre Juan 14,1-12. V Domingo de Pascua A.

“Caminante, son tus huellas el camino y nada más;
Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”
(Antonio Machado)

Hay muchas palabras y expresiones en la Biblia que son mucho más ricas que su mero significado, pues se refieren a actitudes y circunstancias diversas. Sabemos que siete es siempre, que cuarenta es un largo periodo de tiempo de reflexión y maduración. Que la alusión de Juan el evangelista al pan de vida, es relativa a la ley o norma en la que Dios quiere que vivamos; no tanto al alimento realizado con harina…etc. 
El CAMINO(*), es una de esas expresiones que no solo es relativa al sendero o ruta por la que se transita, sino que desde la Palabra inspirada, CAMINO es la propia vida del hombre y la mujer de cada tiempo –de cada persona- y la relación de estos con Dios.  Indudablemente si se vive se camina, claro. A no ser que la persona tenga algún impedimento de salud. Lo que ocurre es que la alusión al CAMINO desde la perspectiva creyente, implica un aspecto vocacional y de riesgo para la persona de cada tiempo. 

"Estemos con oídos atentos, la mirada el frente y el corazón a la izquierda, para descifrar el rostro de Jesús; Él es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA."

Vocacional porque sentimos –y debemos sentir- la necesidad de buscar al Señor. Riesgo porque al caminar nos adentramos en una aventura o proyecto, en el cual y a través de las experiencias de la vida descubrimos el rostro de Jesús, el rostro de Dios; y por ende nos encontramos con nosotros mismos. 
En contraposición de estas actitudes está el sedentarismo o la inactividad. El creyente que se presta solo a tal o cual actividad religiosa durante la semana, pero no lleva consigo el evangelio de Jesús durante todos los días, quizás sea más payaso que otra cosa. Es más, frente al sedentarismo recuerdo esta expresión que los evangelios ponen en boca de Jesús: “he venido a traer fuego a la tierra, y ojalá estuviera ya ardiendo” (Lucas 12,49). 

Es un claro llamamiento hacia una puesta en marcha, una acción o una puesta en camino con determinación, ya que la persona al contacto con el fuego activa el sistema locomotor y actúa instintivamente. Dios no nos quiere dormidos, nos quiere siempre a punto para seguir las huellas de Jesús que son sus propias huellas. Entendiendo que como el apóstol Felipe, siempre vamos a tener dudas al respecto; debemos mantener la certeza de que en el camino de la vida con todas sus luces y sus sombras, Dios nos asiste, se nos revela en Jesucristo y nos anima con la propia energía de la vida que es el Espíritu Santo. 
Lo importante es caminar y caminar confiados. Confiando en las posibilidades humanas, pues lo humano es el reflejo vivo de todo lo que es capaz de dar de sí Dios mismo en la tierra. Siendo “astutos como serpientes, pero sencillos como palomas” (Mt 10,16b). Si leemos detenidamente el salmo de este domingo, encontraremos en el texto una autentica apuesta de la persona por la confianza hacia Dios. 
El seguimiento de su Palabra –la fidelidad al Evangelio- tiene frutos certeros, frutos de vida. “La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra” (Salmo 32). Eso sí, para ser fieles a la Palabra y a Dios tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, pues a nuestra conciencia no la podemos engañar. Quizás embauquemos a los demás, pero Dios conoce nuestra masa, sabe qué somos pues habita en nuestro interior. 
Ojalá nos propongamos ser irreprochables ante Dios, siguiendo las huellas de Jesucristo. Él fue fiel a Dios llevando el cumplimiento de Su Palabra hasta la cruz, hasta el testimonio por excelencia de la entrega y el servicio por amor. Este mundo y esta sociedad en la que vivimos, si de algo necesita es de servicio, entrega y compromiso ante tanta desigualdad. 
Jesús pasó por su vida rescatando personas de las cunetas de los caminos. Hoy en día, incluso aquellos que dicen ser sus representantes expulsan de las iglesias a divorciados, homosexuales, indigentes, rumanos o quienes no se ajustan a los estándares de nuestra caridad a la carta o son de ideologías no compartidas. 
Es injusto generalizar, pero del rostro amable, fraterno y misericordioso del Papa Francisco, no se acaba de impregnar nuestra iglesia y menos aun la española. Mientras tanto y teniendo la certeza de que Jesús siempre apostó por lo laico –relativo al pueblo y a lo común-, llevemos el Evangelio en el camino de nuestra vida como la norma de fraternidad y respeto a seguir. 
¿Qué eucaristía necesitamos más, que compartir la mesa con amigos, familiares y con aquellos con los que nadie comparte la mesa? ¿Qué eucaristía necesitamos más, que comprometernos con proyectos que apuesten por los derechos de las personas y su absoluta dignidad? 
¿Qué necesidad tenemos de llevar una estructurada vida sacramental, si el mejor sacramento es el abrazo sincero? Animémonos al caminar. Con esperanza, determinación e ilusión. Estemos con oídos atentos, la mirada el frente y el corazón a la izquierda, para descifrar el rostro de Jesús; Él es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA.

Fraternalmente, Floren.

(*) LECTURAS: http://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/?f=2017-05-14