CARTUJO CON LICENCIA PROPIA

martes, 7 de noviembre de 2017

SAN FLORENCIO DE ESCOCIA OBISPO Y ERMITAÑO 7 DE NOVIEMBRE

Siempre he celebrado de una manera más intensa mi onomástica que mi cumpleaños, los cuales distan el uno del otro solo cinco días. Hoy, día de San Florencio de Escocia y cuyo nombre es popular en mi familia y en Estepa; recuerdo de una manera muy especial a mi abuelo Florencio. Él y su padre, mi bisabuelo llevaron este nombre del cual fui depositario en la familia. Junto a esto, fue una alegría el conseguir la que se conoce como biografía más antigua y detallada del santo, obtenida de un santoral de doce tomos con 161 años que obra en mi poder y que fueron regalo de unas amigas.
Sea como fuere, este año 2017 será un tanto especial pues al cumplir el próximo domingo día 12, cuarenta años; mi gozo será completo al reunir a familia y amigos en una celebración solemne y especial en la cual daremos gracias por la vida.
Que San Florencio de Escocia os bendiga a todos e interceda por vuestras intenciones, tanto de familiares amigos y todo el mundo.
Fraternalmente, Floren.

ORACIÓN A SAN FLORENCIO DE ESCOCIA OBISPO Y ERMITAÑO 7 DE NOVIEMBRE
Dios todobondadoso

que nos amas y nos buscas
y en los santos nos ofreces
un ejemplo de vida a seguir.

Te rogamos que atiendas nuestras súplicas
por intercesión de San Florencio de Escocia,
el cual imitó a tu Hijo Jesucristo
por medio de la fidelidad a tu Palabra
y el ejemplo de sus virtudes;
siguiendo una vida eremítica y pastoral
de humildad y sencillez.
Que estemos atentos a los testimonios cristianos,
que como San Florencio de Escocia
la vida nos ofrece, para que
siguiendo las huellas de Jesucristo
y amando y cuidando la naturaleza y los animales,
como hizo San Florencio,
merezcamos alcanzar la plenitud de la vida
por medio de la esperanza en la resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

BIOGRAFÍA DE SAN FLORENCIO DE ESCOCIA – 7 DE NOVIEMBRE
Transcribida del “Novísimo año cristiano”, Don Ramón Muñoz y Andrade. Tomo XI Noviembre, año de 1855.
Nació Florencio en Escocia siendo de noble cuna. En su juventud abandona los placeres del mundo, abraza una vida de humildad y de pobreza, y emprende una larga peregrinación acompañado de tres santos varones, Arbogasto, Teodato é Hildulfo, con los que llegó a Francia. Dagoberto, su rey, lo recibió como un don del cielo, y nombró a Argobasto, obispo de Strasburgo. Teodato é Hildulfo lo acompañaron. Florencio se despidió de ellos y se retiro a una selva llamada Asle en el monte Vozago.

Se consagro allí a una vida eremita, de oración y penitencia, labrando la tierra con sus propias manos. Venían las reses y las fieras del monte a destruir las legumbres cultivadas. Pero el santo solitario Florencio, les mando en nombre de Dios que se detuviesen a su puerta sin hacerles destrozos en el trabajo de sus manos.
Obedecieron los animales. Dagoberto se hallaba en su palacio de Kirchesmense cerca de aquel bosque para una gran cacería. Salieron muy de mañana los cazadores con sus traíllas de perros, y en vano dieron vuelta por los montes y selvas cercanas  para encontrar caza. Llegaron fatigados al albergue de Florencio, donde vieron muchísimos ciervos y reses paradas a su puerta y cual si un poderoso encanto los sujetase. Llamaron a Florencio desconociendo su santidad, y creyéndolo un hechicero lo maltrataron y fueron a dar con él a dar parte al rey.

Apenas habían andado un pequeño trozo del camino, al llegar a una laguna por donde debían de pasar, se pararon de repente los caballos, quedando insensibles a las espuelas con que en vano los estimulaban a andar. Reconocieron su error, volvieron atrás, pidieron perdón al santo solitario Florencio, recibieron su bendición y los caballos no volvieron a  pararse más.

Informado el rey Dagoberto de este prodigio, mando buscar a Florencio con un rico sequito de acompañamiento. Florencio rehúsa humildemente el acompañamiento fastuoso en honor de su humildad y de dirige a pié a visitar al rey. Al llegar a palacio, una hija del rey Dagoberto ciega y muda de nacimiento, recobró de repente la vista y el habla, llamando a Florencio por su nombre, el que todos ignoraban. Asombrado el rey por tan gran milagro, hizo al santo donación de aquella selva y de las villas y aldeas inmediatas para que levantase, con la suntuosidad y magnificencia propia de un rey, en el sitio donde tenía su retiro, un monasterio que aun hoy se conserva y se llama el monasterio de Asle.


Al morir Arbogaste, obligó el rey Dagoberto a Florencio a que fuese sucesor de su santo amigo. Doce años gobernó pastoralmente San Florencio la iglesia de Strasburgo, retirándose muchas veces a su monasterio de Asle donde después de su muerte en el año 675, fue colocado su cuerpo, en el mismo lugar en que se había fabricado él mismo su primera habitación como eremita, ilustrando el Señor su sepulcro con numerosos milagros.